Caro Mio, tanto tiempo de no escribirte. Solo tu sabes cuantas veces, lloroso te hable, te dije mi cansancio, me viste fatigado del poco fruto, me cerré el corazón diciéndome que sólo debía trabajar un día a la vez. Un año de escribirte casi, un año ocho meses de estar aquí.
Alumnos que me han gritado y hecho llorar, otros que me han dicho que me estiman, los que mostraron preocupación al estar enfermo, los que no mostraron alguna indolencia. Pero diario me digo que debo trabajar por ellos, hacer algo mejor, y continuamente trato de que no se me olvide el hecho de que estoy para servirlos a ellos. De amarte a ti dando mi vida en trabajar por el otro.
A veces sabes, son la luz de mis ojos, la razón de echarle ganas, la razón de no rendirme, el pensar que lo que hago les ayudará a una mejor vida o su felicidad. Y es difícil. Caro Dios Mio, mi Tata Jesús; no dejes que me cansé, que me desilusione, que me fatigue, anímame a cada instante pensar en que te acompaño a ti, que al igual que San José ayudo haciéndolo bien.
Líbrame Dios de la acedia y la pereza, de la soberbia y el orgullo insano. Diligente y alegre siempre. Sin miedo por tener a Mamá ayudándome, no me dejes flaquear. De quien me atente ten piedad, de quien me insulta ayúdame a dar amor, ayúdame en este mar de intrigas, conspiraciones y facciones recordar que todos son mis hermanos, que a ellos igual los quieres.
Sella mis labios a lo que no deba decir, ábrelos a lo que debo compartir. Que en mi siempre haya un pedacito de cielo; y ojala pueda enseñar un poco de lo poco que se, cada vez noto cuan más debo aprender.
Un año de vaivenes, de gritos, de exigencias, de mostrar que podía, donde medro mi salud, mi animo, con problemas contra los cuales aún lucho. Pero ahí seguimos, y como te digo; tu me permitiste a dar clase y enviaste a este rincón; así que no te olvides de mi.
Hoy lei por casualidad sobre san José de Calasanz y veo que la educación bien es cierto es para todos, todos son hijos de Dios... el corazón no debe ver a quien hacer el bien, desbordarse, partirse y arder contigo... ese fuego que me hace sonreír al ver el cielo, al oir el agua, al sentir la lluvia... y que en mi debilidad humana me ha levantado y confortado; al verme frágil, enfermo, bebido y lloroso; una mano cálida que me recuerda que aun hay mucho trabajo por hacer.
Dejame vivir y extinguirme habiendo hecho bien mi labor, sonriente y sin cansarme, para si el día que deba entregar mis cuentas, pueda darte rosas y sonrias al verme.
Mi Dulce amor...